Los Danzantes de Huesca: ¡A jugaaar!

Los Danzantes de Huesca volvieron a llenar la Plaza Mayor el día de la Fiesta del Comercio.
Lo mío con ellos es una relación de amor-odio. Bueno, lo de odio tal vez sea excesivo. A lo largo del año la palabra danzante te devuelve el aroma a albahaca, la vision del Santo y los momentos agradables que pasas los días de San Lorenzo. Ganas de repetirlos no nos faltan pero después de todo el año, cuando llega el momento de verlos dices: "pues no es pa tanto".

Entiendo que como símbolo representativo de la fiesta en Huesca todos les tengamos cariño, si se puede decir, porque lo que se dice gracia, quitando unas cuantas excepciones, van teniendo poca. Como en todo cuando ves que uno se deja la piel en lo que hace, éste puede transmitir y hacer disfrutar a los demás con su baile y todo el trabajo y esfuerzo que conlleva se ve recompensado. Se agradece la voluntad de unos cuantos que hacen llegar las alpargatas a sitios reñidos con la ley de la gravedad, o giros que ni una peonza se atrevería, o golpes de espada y palos que hacen temblar al misterio.

No sé dónde encontrarán la solución, ¿nuevas generaciones, un curso de reciclaje del Inaem, mujeres danzantes, visualización conjunta de Dirty Dancing y Espartaco? De momento algo más de rasmia se hecha en falta.

No hay que menospreciar el esfuerzo de todos y siempre parece facil cuando lo hace otro pero también es bueno conocer las limitaciones de cada uno y saber que una retirada a tiempo puede ser una victoria. Victoria de la fiesta y la tradición, del espectáculo y la devoción, de los danzantes y los oscenses.